La arquitectura, como oficio y como arte, enfrenta un desafío constante: trascender el vacío que a menudo amenaza con reducirla a mera mercancía o a un ejercicio intelectual carente de esencia.
En este contexto, la sociedad entre Carlos Sallaberry y Oscar González Moix emerge como una respuesta contundente y profundamente enraizada en valores que trascienden las modas y las corrientes superficiales.
Carlos Sallaberry y Oscar González Moix han construido una relación profesional que se eleva sobre los cimientos de una amistad profunda y una visión compartida de la arquitectura como una responsabilidad que va más allá del diseño. Estos dos arquitectos entienden su labor no solo como la creación de espacios, sino como un compromiso hacia las personas, el medio ambiente y las culturas en las que operan.
En un mundo donde la arquitectura se ve amenazada por la comercialización y la banalización, ellos han apostado por una práctica que respeta y enaltece la esencia misma de la disciplina.